dos hermanos
kevin y natalie se presentan
Esta historia relata la experiencia de dos hermanos, Kevin y Natalie, que a lo largo de su viaje en la primera Caravana de 2018 se quedaron varados poco más de dos meses en Hermosillo, Sonora. El recorrido fue de aproximadamente 4000 kilómetros sólo en territorio mexicano, desde Tapachula, Chiapas, hasta Tijuana, Baja California. El trayecto que podría suponerse lineal entre la salida de un país y la llegada a otro muestra ser mucho más complejo y desafiante de lo que uno puede imaginarse.
Nos conocimos en abril de 2018. Ellos habían llegado un par de días antes y en cuanto la caravana entró a Hermosillo, tuvo que dividirse entre los diferentes puntos de acogida donde recibieron a sus integrantes.
Los números divulgados por los medios daban cuenta de que, al salir de la frontera sur de México, en marzo, la primera caravana de 2018 contaba con poco más de 1200 personas. A Hermosillo llegaron alrededor de 800. A Tijuana, la última ciudad antes de cruzar a Estados Unidos, no arribaron más de 500, que se identificaran como participantes de la caravana durante abril y mayo.
Los hermanos Kevin y Natalie estaban entre las niñas y niños que junto a sus padres, madres o familiares buscaban acercarse a las garitas migratorias en la frontera México-Estados Unidos. Ellos venían desde San Salvador con sus papás y su hermana pequeña, Ashley.
Kevin, a sus 10 años, tenía ya una idea muy profunda y clara de los problemas por los que había pasado su familia y también aquellos que estaban por vivir. De apariencia seria en el primer contacto, poco a poco en su rostro apareció una gran sonrisa, más presente aún cuando se ponía a dibujar y a crear sus diarios de televisión o sus películas.
Natalie acababa de cumplir 6 años. Buscaba en los juegos y en la imaginación una manera de alejarse de la dura realidad que ella y su familia habían dejado en El Salvador y que vivían desde hacía algunos meses en la caravana. Ahora tenía una nueva amiga con quien divertirse, Dulce, a quien también le gustaba bailar y dar vueltas. Se tomaban de las manos hasta caer juntas en el piso.
En El Salvador, todo lo que podría ser sencillo se complicaba. Acudir a la escuela, hacer las compras en el mercado, pagar las cuentas, todo era un reto, sea por la larga caminata hacia la parada del autobús, por tener que enfrentar los obstáculos (humanos) para acomodarse en un transporte público lleno o bien por encontrarse frente al peligro de un momento a otro. El peligro se presentaba cuando llegaban “los malos”. Ése era el miedo más grande de Natalie. Se acordaba del día que no había podido bajar del autobús debido a lo lleno que venía el transporte cuando, junto con su mamá y su hermano, llegaron cerca de su escuela. Sólo logró bajar porque lloraba y gritaba llamando a su mamá.
Pero Natalie no sólo hablaba de su lugar de origen con los ojos tristes y lejanos al recordar los malos recuerdos. Para ella, todavía era un sentimiento muy intenso acordarse de la familia que se quedó. Más que a nadie, extrañaba su abuela, la mamá de su papá.
su historia
Antes de que la Caravana fuera una opción
Carla, su madre, tenía poco contacto con su propia familia. A su mamá nunca le había gustado su noviazgo con José, el papá de sus hijos. Tenían 14 años cuando se enamoraron y siguieron de novios hasta los 17, cuando Carla se embarazó. Desde entonces empezaron a vivir vida de casados. Construyeron su familia con el apoyo de la mamá de José y de sus hermanos. El momento más crítico fue cuando él se fue a Estados Unidos por primera vez.
Kevin y Natalie eran muy pequeños, y el desempleo y la violencia forzaron a José a cruzar el istmo rumbo a la ciudad estadounidense donde vivía su tía, a la que había conocido de niño. Ella había logrado obtener sus papeles (permiso de estancia temporal, TPS por sus siglas en inglés) y José tenía esperanzas de contar con su ayuda. En los primeros kilómetros “del otro lado” lo detuvo una patrulla.
Mientras estuvo detenido, sólo pudo hablar con su familia dos veces. La primera fue pocas semanas después de la detención. En esa ocasión habló con Carla y la tranquilizó diciéndole que estaba recibiendo buen trato, lo cual era verdadero. Muchos meses después, sin tener ninguna información acerca de su proceso o de cuándo podría irse al Tribunal Migratorio, José llamó otra vez a su casa y sólo encontró a su mamá. Ella no le contó que su familia estaba pasando por uno de los momentos más duros y aterradores que habían tenido con la mara.
Días antes de la llamada de José, habían secuestrado a Carla, supuestamente por una deuda de su esposo. Pasados tres días sin comida y sin poder dormir, una señora (desconocida) que nunca había visto fue con la mara para llevar a Carla con el “jefe”. Estando una frente a la otra, la señora le dijo: “Ella no es la que estamos buscando. Ella no nos debe nada”. Carla ya había dicho varias veces que no había manera de que su esposo tuviera deudas con ellos porque habían pasado muchos meses desde que se había ido lejos.
Migrante es: Defender los de…. Defender a las personas para pasar a otro país.
Ahora Carla tenía otro problema: podría reconocerlos, a ellos y a la señora. Los hombres de la mara la pusieron en la cajuela de su coche y manejaron muchas horas. Carla sabía que difícilmente seguiría viva después de esa noche. De repente, el coche se detuvo. Abrieron la cajuela y la aventaron a una calle que le parecía familiar. Por un milagro, estaba apenas a minutos caminando de su casa. Los hombres de la mara regresaron a su auto y salieron a toda velocidad, dejando ahí a Carla.
Después de pocos meses, un día Carla estaba en la casa de su suegra, donde vivía con Kevin y Natalie, cuando alguien llamó a la puerta. Ella estaba peinando la larga cabellera de su hija; su suegra abrió la puerta y ahí estaba José. Más gordo, la tez más blanca, la cabeza rapada. “Estaba muy gringo”, dijo Carla, que no lo reconoció a primera vista.
En total habían sido siete meses de detención. Al regresar a El Salvador, José sabía que trataría de volver otra vez, más aún tras enterarse de lo que le había pasado a Carla con la mara. Pero antes necesitaban más dinero. Cuando llegó la noticia de que la familia iba a crecer, abrieron un negocio de camisetas. Nació Ashley y, dos meses después, Carla recibió otra vez una amenaza de los hombres de la mara, esta vez porque supieron que su esposo había regresado y tenía negocios. Querían dinero y la garantía de que no los iban a entregar por el secuestro anterior.
José sabía que las amenazas no iban a detenerse. Ese mismo día, pasó su negocio a un hermano, hizo las mochilas, cerró su casa y se fue con su familia rumbo al norte de su país. No tenía idea de cómo iban a cruzar. El coyote con quien tenía la garantía de atravesar dos veces más no iba a querer cruzar también a su mujer y a los niños. Tampoco le iba a alcanzar el dinero para buscar a otra persona que los llevara a todos juntos. Intentar hacer el trayecto sin un guía era además de arriesgado (por la violencia, por no conocer el trayecto o por la falta de papeles), muy caro.
una oportunidad
EL ENCUENTRO CON LA CARAVANA
Ya en Guatemala supieron que algo estaba pasando en la frontera con México. Cientos de personas se juntaban para intentar cruzar México en “La Bestia” (el tren de carga que suelen abordar los migrantes para transitar por el territorio mexicano). Así fue que se apresuraron para alcanzar la caravana que se formaba en Tapachula.
Escucha
¿Cómo te fue todo ese mes en la caravana?
Kevin: Mal porque dormía en el frío y en el viento, y estaba en peligro porque los malvados andan ahí en la calle. Una vez sí tuve que dormir en la calle.
Elisa: Entonces, ¿tuviste que dormir en la calle en algún momento?
Kevin: Sí. En los parques.
Elisa: ¿Y te daba miedo?
Kevin: Sí.
Elisa: Pero, ¿estabas con tu familia?
Kevin: Sí.
Elisa: ¿Y te pasó algo?
Kevin: No.
Elisa: Qué bueno ¿no?
Kevin: No, sólo me daba frío.
Escucha
Natalie: [Lo que más me gustó fue] ir al cine a ver una película en un tren.
Elisa: ¿Cómo? ¿Viste una película en un tren? ¿En serio?
Natalie: Sí.
Elisa: ¿Y qué película viste? ¿Te acuerdas?
Natalie: Era… Era de una… bailarina…
Elisa: ¡Qué padre! ¿Y qué más hiciste?
Natalie: ¡Comimos palomitas! ¡Palomitas comimos!
SER MIGRANTE
defender sus derechos y defenderse
Escucha
La vivencia en la caravana fue fundamental para la construcción de la idea de migrar de Kevin y Natalie. Entender la migración partir de una movilización colectiva en torno de un propósito les permitió ver lo duro de buscar algo que podría parecer tan sencillo.
Elisa: Las personas los llaman ustedes migrantes. ¿Qué es ser migrante?
Kevin: Defender los de…. Defender a las personas para pasar a otro país.
¿Y cómo defender esos derechos? ¿Cuáles son los derechos para defender y defenderse? Para su paso por México habían recibido del Instituto Nacional de Migración un permiso de tránsito con 20 días de vigencia. A Hermosillo llegaron el 21 de abril, justo cuando se vencía el plazo. La presión de Estados Unidos se había vuelto cada vez más fuerte, desde las amenazas del presidente Donald Trump en las redes sociales hasta las noticias que empezaban a llegar acerca de los niños que se iban separando en la frontera al cruzar con sus padres.
Mientras estaban en la capital de Sonora, Kevin, Natalie, sus papás y los demás integrantes de la caravana tuvieron apoyo en un primer momento y dormían en albergues o en estructuras del gobierno. En otro momento ya se les veía acampando en la calle o improvisando campamentos alrededor de la iglesia.
Después de casi 15 días esperando “los papeles” que les permitirían llegar a Tijuana, donde se “entregarían en la garita”, la caravana organizó una protesta: una caminata de 6 kilómetros por la ciudad de Hermosillo, bajo el efecto del sol de 40ºC del desierto de Sonora. Con ires y venires, pasaron casi dos meses más, en los que hubo otras protestas y una huelga de hambre, hasta que al final recibieron los papeles de permiso de tránsito.
Escucha
¿Qué es la migración?
Dulce: Es una organización…. (se ríe) donde pueden arreglarse papeles… A veces son muy malos porque te deportan pa’ Honduras… O para tu país, de donde vengas. No siempre deportan. A veces te traen algunos papeles, a veces sí, a veces no. A muchos les han dado su visa humanitaria. A mí sí me la dieron (sonríe). A mi mamá también. Pero a muchos se las han negado. Y entonces por eso hicimos huelga de hambre y nos quedamos a dormir ahí en Migración.
Escucha
¿Y qué significa la caravana de los migrantes?
Dulce: Es un grupo de personas que… que vamos de estado en estado para que nos dejen cruzar. Puede ser cualquier frontera, pero tal vez no nos dejen cruzar. (silencio)
Escucha
¿Y que hacían los hombres que estaban en huelga de hambre? ¿Qué es huelga de hambre y por qué la hacían?
Dulce: Bien, la huelga de hambre es cuando uno deja de comer. Este… Por la mañana… Es por un tiempo. Pero Irineo [Irineo Mújica, el líder del Pueblo Sin Fronteras] eligió hacerla varios días. Y la hacíamos para que los de Migración dieran los papeles.
Elisa: ¿Y te parece que funcionó o no hacer esta protesta…?
Dulce: La protesta estuvo bien, pero porque a algunas [personas] se les han dado [los papeles], pero la huelga de hambre no, porque ellos dijeron que ahí nadie estaba haciendo huelga de hambre. Que era mentira. Que todos estaban comiendo.
Elisa: ¿Y eso es verdad?
Dulce: Es mentira. Porque los de la huelga de hambre no comían. Hasta Irineo nos regañaba cuando llevábamos la comida ahí cerca de donde ellos estaban porque decía que iba… que tiraban unos líquidos en el estómago y que eso les iba a hacer daño, porque no tenían nada en el estómago.
Dulce
Tenía 12 años cuando ingresó a la caravana junto a su mamá. Antes, en Honduras, Dulce tenía algunas oportunidades un tanto diferentes a las de Kevin y Natalie, los amigos salvadoreños que conoció en la caravana. Su mamá trabajaba en cruceros de lujo y por eso se quedaba semanas sin verla, pero después tenía “muchos y muchos días con el cariño de mi mamá”, me contaba Dulce. De su papá no hablaba y su mamá tampoco quería hablar de lo que había pasado con él. Los días que estaba en el mar, la dejaba a cargo de una hermana que tenía hijos menores. Además, Dulce ayudaba a su tía con la preparación de la comida y vigilando a sus primos: “más bien jugábamos”, recuerda, mientras su tía salía a trabajar. Entonces “era mejor para mi tía que yo estuviera allá”.
Poco más de un año atrás, Dulce iba a una escuela particular en San Pedro Sula donde aprendía inglés y a convivir con las primeras lecciones de cómo lidiar con el prejuicio de sus orígenes. Ya ella decía que su acento y su pelo rizado rebelaban sus orígenes humildes a sus colegas en la escuela, aunque en su barrio la tuvieran como la niña rica y arrogante, por ir a la escuela de la gente con dinero. Ella no le daba importancia; sabía que todo lo que se sacrificaba su mamá “trabajando duro y lejos” era para que pudiera tener una vida diferente de la que esperaba en Honduras.
En la escuela pública no les salía tan barato como en El Salvador, porque “no te engañes… en la escuela pública de Honduras se paga y se paga caro”. Con eso, se refería a una matrícula disfrazada como pago de mantenimiento de las escuelas a la que estaban obligados los hondureños desde hacía algunos años y que ahora se sumaba a nuevas modalidades de transferir a la población las dificultades financieras por las que pasa el país.
La última vez que salió para trabajar dos semanas lejos, su mamá le prometió que sería la última que viajaría sola. En la siguiente, se irían juntas “al otro lado”. Con una sonrisa de expectativa y un poco de ansiedad, Dulce recordaba que aquellas semanas, mientras su mamá no estaba, separaba lo que iba llevarse. Además de algunas de las prendas que más le gustaban, un juego de pequeñitas tazas de porcelana con las que jugaba con sus primos.
Así fue que Dulce y su mamá se unieron a la caravana. En el trayecto, la amistad con Natalie y Kevin permitió que los duros días por territorio mexicano fueran más coloridos y más divertidos.
Después de fatigosos días de frío, sol, algunas entrevistas a los medios de comunicación y muchas negociaciones con las autoridades gubernamentales, Dulce se acordaba de lo bueno que había pasado en la caravana. Y de la felicidad de lograr tener “los papeles”.
la gran cicatriz
encuentro con la gran «cicatriz de la desigualdad»
El trayecto no sólo duraba meses o 4000 kilómetros; duraba fríos, subidas y bajadas del tren, infecciones, esperanzas, hambre, donaciones, días sin baño, miedos, sueños, entrevistas con reporteros, deshidratación, permisos temporales, días con baño, mochilas perdidas, calor, juegos, tedio, protestas, amigos, llamadas telefónicas, lluvias y mucho más. Todo para, al final, encontrarse con el muro.
La esperanza y la angustia que sentían Kevin, Natalie y su familia los volvían recelosos para tomar una decisión: ¿irse por Tijuana? Eso fue lo que decidieron casi todos los integrantes de la caravana. ¿Intentar por Mexicali o Nogales, donde podría haber menos gente? Si fueran sólo ésas sus únicas dudas… En los últimos días en que la caravana se preparaba para partir de Hermosillo rumbo a Tijuana, la familia recibió todo el apoyo para quedarse y no seguir el viaje. Pudieron rentar una pequeña casa y José empezó a trabajar en la limpieza de una tienda departamental en un gran centro comercial. Kevin y Natalie estaban supercontentos por no tener que dormir en el piso, tener una tele y poder jugar con los cachorritos que había en la casa principal.
Las dudas entre quedarse o seguir siempre están presentes en el trayecto de los que buscan en Estados Unidos un refugio. Desde 2017, con el inicio de la administración Trump, el miedo y el recelo, presentes siempre en su camino, ahora eran más palpables.
los muros
del otro lado
El 25 de enero de 2017, cinco días después de asumir el cargo como presidente de Estados Unidos, Donald Trump firmaba la Orden Ejecutiva número 13767 (1). En este documento están plasmadas, si no todas, gran parte de las medidas vociferadas a lo largo de su campaña. Entre éstas su gran objetivo de construir una larga extensión del muro en la frontera sur de Estados Unidos, además de determinar la movilización de recursos para reforzar la seguridad y la Patrulla Fronteriza (con la contratación de más de 5000 agentes); asimismo, solicitó el desarrollo de una nueva orientación política del DHS (Department of Homeland Security o Departamento de Seguridad Nacional) para poner fin a la política que llamó “catch and release” (capturar y liberar). (2)
Con esto empezaban a delinearse los principales instrumentos de la “política de tolerancia cero” (3) de la administración Trump, (4) cuya gran estrategia era darse cuenta de que no era necesario llevar a cabo ningún cambio legislativo para hacer uso de procedimientos y mecanismos tan duros como la separación de los niños de sus familias.
Entendiendo que en el 100% de los casos el cruce de indocumentados debe ser considerado un delito, el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ, Department of Justice) ha procesado, desde inicios de la administración Trump, a todas las personas identificadas en la frontera que no tienen un estatus migratorio legal definido. Esto incluye a solicitantes de asilo y adultos acompañados de niños.
Anteriormente, primero identificaban los casos considerados más graves, es decir, aquellos que podrían presentarse como una amenaza a la seguridad nacional, que tenían una condena penal en su país de origen, de los que había sospecha de estar involucrados en trata de personas, principalmente niños o, finalmente, aquellos que ya habían intentado entrar otra vez a Estados Unidos sin documentos.
Teniendo en cuenta el Acuerdo de Flores, (5) la nueva orientación ejecutiva se valía de la prohibición de detener niños en las mismas instalaciones federales donde se detiene a los migrantes mayores de 18 años. Así, la separación de los niños se convirtió en la regla más cruel que se aplicaba desde los primeros momentos en que éstos llegan a Estados Unidos. (6) Es así que los separan para luego considerarlos como niños no acompañados, con la justificación de que es necesario que el Estado los proteja porque sus padres o tutores fueron acusados criminalmente.
La caravana es un grupo de personas que… que vamos de estado en estado para que nos dejen cruzar. Puede ser cualquier frontera, pero tal vez no nos dejen cruzar.
Tales separaciones ocurrieron en administraciones anteriores, pero entonces se buscaba identificar, aunque con reservas, a aquellas personas que podían solicitar asilo u otras formas de permiso y protección disponibles en la legislación. Además de eso, se presumía que la primera alternativa tenía que ser la liberación, aun si debían llevar brazaletes electrónicos en los tobillos. Y en los casos de deportación, el objetivo era garantizar que se mantuviera la unidad familiar.
El 26 de abril de 2018, el Departamento de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos (HHS, Health and Human Services) emitió una declaración oficial al Senado en la que afirmaba que no era capaz de determinar el paradero de 1475 niños que esperaban su regularización en el país y estaban bajo la responsabilidad de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR, Office of Refugee Resettlement). La agencia señaló que entre octubre y diciembre de 2017 había 7635 niños con familias “de acogida”, de los cuales 6075 seguían viviendo en esos hogares; 28 habían huido y cinco habían sido deportados, mientras que 52 vivían con otras personas.
Esto revela una serie de cuestiones importantes. La primera se refiere a la capacidad de las instituciones del gobierno de Estados Unidos para evaluar el riesgo al que estos niños pueden estar expuestos, y su vulnerabilidad al ser acogidos por estas familias. La segunda es la gran dificultad de las familias de estos niños para desentrañar el complejo e inaccesible sistema de inmigración de Estados Unidos; muchas veces se torna imposible entender siquiera a quién comunicar los cambios de sus datos personales de contacto. La última cuestión para reflexionar es que, en un escenario de “tolerancia cero”, muchos de los responsables de estos niños son sus familiares que siguen buscando regularizar su estatus migratorio y están huyendo de todas las formas posibles de tener contacto con las autoridades del gobierno, incluyendo, por ejemplo, no llevar a los niños a la escuela o a hospitales.
Debe tenerse en cuenta que todas estas medidas del gobierno van acompañadas de un discurso de seguridad nacional en torno a posibles crímenes cometidos por migrantes, principalmente aquellos perpetrados con violencia o vinculados con el narcotráfico. Al lado de este discurso, hay una enorme industria para el encarcelamiento de migrantes en Estados Unidos, basada en organizaciones del sector privado responsables de la construcción y mantenimiento de las instalaciones y aparatos de vigilancia para la frontera. (7)
siguen su camino
natalie, kevin y su familia
En este contexto, la familia de Kevin pasaba ahora el día entero con la tele prendida. A la vez que él estaba contento de sentirse cada vez más próximo de realizar su deseo de una vida distinta a la que había vivido en su país o en México, también sabía que, al acercarse a este objetivo, la responsabilidad y la tensión aumentaban más. Su papá le explicaba su importancia en caso de que le pasara algo y se viera en la necesidad de cuidar de sus hermanas y su mamá porque ya lo habían detenido una vez y podría ocurrir de nuevo.
Lo que para muchos podrían constituir razones suficientes para rendirse, no tenían el mismo efecto en José y Carla. La ausencia de perspectivas y todo lo que habían enfrentado para llegar allí transformó el significado de la resignación. Para ellos, dejar de intentar no era una opción; la paciencia, la adaptación y la insistencia son clave para tomar decisiones y seguir adelante.
Si el temor era que las autoridades de Estados Unidos los separaran a la fuerza, entonces avanzarían y se separarían antes ellos mismos. Primero José pensó en cruzar solo, por haber estado detenido durante siete meses al intentar cruzar, pero ahora iría con Kevin y Natalie. Así que si los separaran, Kevin, de 10 años, sería el único responsable de su hermana Natalie, de 6. Carla pasaría con Ashley, que ni siquiera había completado nueve meses y, por lo tanto, creía que no los separarían.
Pero ¿por dónde entregarse? Descartaron Nogales debido a la gran fila de guatemaltecos que se formaba en aquellos días. También renunciaron a Mexicali, aun si estaba más cerca, tras un intento arriesgado de subir el tren con la ayuda de algunos voluntarios de la caravana. Luego decidieron continuar juntos con los últimos miembros de la caravana que lograron conseguir el último autobús a Tijuana. Ahí esperaron semanas.
En la larga lista organizada por las propias familias que esperaban en Tijuana para pedir asilo, José, Kevin y Natalie ocuparon el número 232. Carla y Ashley, el 265, y entraron al otro lado más de dos semanas después. Fueron casi cinco meses entre cruzar la frontera sur y la frontera norte de México.
Tras unos días desde que salieron de las instalaciones del ICE (Immigration and Customs Enforcement, Oficina de inmigración y aduana), cuando empezaban a instalarse buscando dónde vivir y trabajar, seguían con los malos recuerdos de los días que habían pasado ahí. Kevin todavía no quería platicar de lo que había ocurrido con su papá y con Natalie en los largos tres días en que tuvieron hambre y frío en la “perrera de migración”. De allí salieron sin nada de lo que llevaban: ropa, medicina, dibujos y anotaciones, ni siquiera sus pasaportes. Lo único que quería enseñarme era el dibujo de “lo malo de la patrulla” que sólo hablaba con ellos en inglés, y de quienes sólo entendían la señal de callarse.
Carla, que se quedó con Ashley durante cinco días, contando lo difícil y frío que fue el tiempo que estuvieron allí. Se enfermó una vez más de la garganta, pero también les confiscaron los medicamentos y antibióticos que estaba tomando. Las mandaron a ambas a unas jaulas donde sólo había mujeres con niños pequeños. Carla relataba que cuanto más lloraban los niños, más sentían que bajaban las temperaturas del climatizador. Para comer, siempre el mismo sándwich, todo el día. Se sintió muy deprimida y sabía que lo mismo estaba pasando con Kevin y Natalie.
Pero eso ahora era ya menos importante. Estaban juntos otra vez. Se las arreglaron para alquilar el ático de una casa en la ciudad donde se quedaron en espera de ir a al tribunal migratorio. José y Carla llevaban brazaletes electrónicos y buscaban empleo y una escuela para los niños. La pequeña Ashley ya había aprendido a caminar, Natalie llevaba el pelo más largo que nunca y Kevin consiguió un cuaderno y un pequeño lápiz, y siguió dibujando.
Al migrar en familia y optar por la acción colectiva a través de la caravana, la familia de Kevin y Natalie presentan otra lógica de lo que ha sido migrar. Sin embargo, todavía es evidente cómo la dependencia de una concesión estatal define lo que es ser un niño migrante:
Elisa: Y… ¿Qué es ser niño, en tu caso niña que migra?
Dulce: (silencio) Pues ellos… Nosotros no podemos hacer nada en este caso.
Elisa: ¿Por qué?
Dulce: Porque eso es… depende de ellos [del INM]. Digamos, si ellos quieren darte la visa, te la dan, y si no, no te la dan, te la niegan.
Elisa: Y cuando dicen que tú eres una niña migrante, ¿qué significa ser una niña migrante?
Dulce: (silencio) Pues simplemente una niña migrante significa venir migrando desde su país hasta acá.
Elisa: O sea, salir de su país…
Dulce: Sí, sólo eso.
Elisa: ¿Y te gustó migrar?
Dulce: Sí, fue muy divertido.
El proceso de migración a Estados Unidos en sí mismo no marca o define una “aceleración” de la “maduración” de niñas, niños y jóvenes, pero el hecho de que en el camino se les reconozca como tales altera directamente sus posibilidades a lo largo de la ruta. En vista de ello, la restricción de sus derechos —de comunicación, mantenimiento de lazos, acceso efectivo a la información sobre sus derechos, etcétera— disfrazada de “interés superior del niño” es la estrategia de un Estado punitivito, cuyas políticas se orientan exclusivamente al discurso de la seguridad nacional. Estas políticas, a su vez, las aplican instituciones que ven en el retorno y en la deportación inmediata la solución de sus problemas burocráticos o, todavía más grave, un gran negocio de encarcelamiento masivo.
En esta enorme “zona gris” de la migración, la caravana organizada por el “Pueblo Sin Fronteras” propone una alternativa a la migración clandestina e indocumentada, que hace de la visibilidad su principal estrategia. Hay innumerables historias de sufrimiento que podrían compartirse sobre los niños de esta caravana. La de los hermanos Kevin y Natalie y sus padres son un ejemplo de lo que muchas de éstas suponen. En este caso, se dieron cuenta de que la vida en El Salvador había dejado de ser viable para ellos después de varios sucesos: el intento fallido de su padre de buscar trabajo en Estados Unidos, el secuestro de su madre y las posteriores amenazas de las pandillas. Unirse a la caravana fue la gran oportunidad de buscar asilo en Estados Unidos y acercarse más a una vida con seguridad, la cual no encontraron en los pocos meses de su paso por México.
Asilo político en números
Entrevistas en 2018
%
obtuvo asilo
%
Logró derecho a estancia y a trabajar
Por qué es relevante
Las dinámicas de movilidad enredadas por el globo ponen en perspectiva las desigualdades estructurantes, que a unos se les presenta a manera de oportunidades y ascenso, y a otros muchos se les presenta como riesgo y sobreviviencia. Los migrantes centroamericanos que pasan por México rumbo a Estados Unidos revelan que al salir de sus países –ya sea por pobreza, amenazas o falta de perspectivas– sus caminos marcados por la precariedad y la vulnerabilidad.
Pero al movilizarse en torno a esas propias vulnerabilidades crean un nuevo agente político, compuesto por ellos mismos en la caravana; esas desigualdades componen la agenda pública y, con lucha y solidaridad, construyen otros caminos que los sacan de la oscuridad y la clandestinidad.
Para los niños y las niñas esa experiencia los permitió entenderse como sujetos que reivindican sus derechos, ya sea por migrar, por pedir asilo o simplemente por tener abrigo y comida sin estar vulnerables a extorsiones o separación de sus familias.
Cuál es la situación
Solo cerca del 20% de los solicitantes de asilo y protección política logran obtener el derecho a vivir y trabajar en Estados Unidos. De 100 000 entrevistas que se realizaron en 2018, obtuvieron un índice de aprobación cercana al 75%. Sin embargo con las restricciones impuestas por el gobierno de Trump se redujo drásticamente ese porcentaje.
Los menores no acompañados que han vivido violencia o trata y quieran pedir asilo en Estados Unidos, podrán hacerlo bajo el Acta de Protección de Víctimas de Tráfico. A este alivio migratorio se le conoce como la visa T (víctimas de trata de personas) y la visa U (víctimas de actos criminales) Según la Universidad Syracuse con base en datos solicitados a través del Acta de la Libertad de Información al gobierno federal, entre el 1 de octubre de 2013 y el 31 de diciembre de 2015 se presentaron 86,470 casos de menores no acompañados principalmente de El Salvador, Honduras y Guatemala.
En 2017, se reportaron a la «Línea Nacional Directa de Tráfico de Personas» (NHTH, por sus siglas en inglés) un total de 8759 casos de trata de personas en el país que afectaron a más de 10 000 víctimas.
cómo puedes apoyar
México se ha convertido en un lugar de destino, permanencia a largo plazo y refugio para miles de niñas, niños y adolescentes centroamericanos y de otras nacionalidades. Su derecho a migrar, a recibir ayuda humanitaria y protección internacional debe ser protegido por el estado y la sociedad civil. Por ello, tu apoyo es sumamente valioso para sostener a la amplia red de albergues que les brindan ayuda y protección.
notas al pie
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“(a) In accordance with existing law, including the Secure Fence Act and IIRIRA, take all appropriate steps to immediately plan, design, and construct a physical wall along the southern border, using appropriate materials and technology to most effectively achieve complete operational control of the southern border”. Véase: The White House, Executive Order 13767: Border Security and Immigration Enforcement Improvements Federal Register, 2017, https://www.whitehouse.gov/presidential-actions/executive-order-border-security-immigration-enforcement-improvements (De acuerdo com la ley vigente, incluyendo la Ley de Cerca Segura e IIRIRA [Ley de reforma de inmigración ilegal y responsabilidad de inmigrantes], tómense todas las medidas procedentes para planear, diseñar y construir un muro físico de inmediato a lo largo de la frontera sur, usando los materiales y la tecnología adecuados para lograr de la manera más eficiente el completo control operativo de la frontera sur” [traducción propia]).
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La práctica llamada peyorativamente “capturar y liberar” en realidad se refiere a un conjunto de procedimientos específicos para el sistema migratorio en Estados Unidos y que no sólo están relacionados con la administración del presidente Barack Obama. La expresión se relaciona con los casos en que los extranjeros detenidos y solicitantes de asilo, refugio o protección humanitaria, por considerarse de “bajo riesgo” para la seguridad nacional, fueron liberados (algunos portando brazaletes electrónicos en los tobillos) para esperar sus procesos en el tribunal migratorio fuera de los centros de detención.
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El 7 de mayo de 2018, el fiscal general anunció en San Diego la nueva política que adoptaría el Departamento de Justicia de Estados Unidos: la “política de tolerancia cero”, dirigida a aquellos que buscan entrar a ese país mediante el cruce ilegal de fronteras, así como reclamar la necesaria reducción del costo de tramitación de la solicitud de refugio “que suele ser fraudulenta”. (U.S. Department of Justice, Attorney General Sessions Delivers Remarks Discussing the Immigration Enforcement Actions of the Trump Administration | OPA | Department of Justice, San Diego, DOJ, 2018, https://www.justice.gov/opa/speech/attorney-general-sessions-delivers-remarks-discussing-immigration-enforcement-actions )
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“Sec. 11. Parole, Asylum, and Removal. It is the policy of the executive branch to end the abuse of parole and asylum provisions currently used to prevent the lawful removal of removable aliens. (a) The Secretary shall immediately take all appropriate action to ensure that the parole and asylum provisions of Federal immigration law are not illegally exploited to prevent the removal of otherwise removable aliens”, véase The White House, Executive Order 13767: Border Security and Immigration Enforcement Improvements Federal Register, 2017, https://www.whitehouse.gov/presidential-actions/executive-order-border-security-immigration-enforcement-improvements (Sec. 11. Libertad condicional, refugio y retiro. Es política del poder ejecutivo dar fin al abuso de las disposiciones vigentes de libertad condicional y refugio para evitar el retiro legal de extranjeros sujetos a expulsión. (a) El Secretario tomará, de inmediato, las medidas apropiadas para garantizar que las disposiciones de libertad condicional y refugio de la Ley Federal de Migración no se exploten de manera ilegal para evitar la expulsión de extranjeros que, por lo demás, estarían sujetos a expulsión” [traducción propia])
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El Acuerdo de Flores surgió como resultado de demanda judicial que cuestionaba la detención de niños no acompañados en instalaciones federales (en ese momento a cargo del entonces Servicio de Inmigración y Naturalización). El acuerdo definió las normas generales para garantizar el trato humano de los niños bajo custodia federal, pero no incorporó el “superior interés del niño”, por lo que no reconoció las normas internacionales. Véase S. J. Terrio, Whose Child Am I?: Unaccompanied, Undocumented Children in U.S. Immigration Custody, California, University of California Press, 2015.
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En 2018, el DHS presentó una serie de sugerencias para cambios legislativos dirigidos a la “Detención, procesamiento, cuidado y custodia de menores extranjeros y niños extranjeros no acompañados”, véase Department of Homeland Security and Department of Health and Human Services, “Apprehension, Processing, Care, and Custody of Alien Minors and Unaccompanied Alien Children,” 83 Federal Register 45486-45534, 7 de septiembre de 2018, citado en Congressional Research Service, CRS, The Trump Administration’s “Zero Tolerance”; Immigration Enforcement Policy, CRS, Reporte R452662018, https://crsreports.congress.gov
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Véase el discurso del presidente Donald Trump el 8 de enero de 2019 y el análisis posterior: “Trump Speech to the Nation: Fact Checks and Background”, The New York Times, 9 de enero de 2019, https://www.nytimes.com/2019/01/08/us/politics/trump-speech.html
Referencias bibliográficas
Congressional Research Service, CRS, The Trump Administration’s “Zero Tolerance” Immigration Enforcement Policy, CRS, Reporte R45266, 2018, https://crsreports.congress.gov
Terrio, S. J., Whose Child Am I?: Unaccompanied, Undocumented Children in U.S. Immigration Custody, California, University of California Press, 2015.
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