Epifanio nos cuenta su historia y lo que significa ser migrante, indígena y crecer en el vaivén de la migración. Por medio de cortometrajes autobiográficos nos adentramos el proceso de vida de un niño mixteco que dejó su pueblo para trabajar en los campos agrícolas y más tarde, cruzar la frontera.
La historia de Silvia, que pasó de jornalera a refugiada, una niña na savi (mixteca) que tras haber dejado su comunidad indígena ha tenido que enfrentarse y atravesar múltiples fronteras y barreras de género, clase, idioma, identidad y raza. Su historia empieza a los 8 años.
Cheyo, Samuel, Javier y otros adolescents nos hablan de los periplos por los que tienen que pasar para ejercer su derecho a migrar. La edificación de fronteras y muros que criminalizan y castigan su derecho a la movilidad son una amenaza para su vida, su integridad y el derecho a una vida distinta.
En las caravanas de migrantes que transitaron por México en 2018 y 2019, viajaron muchos niñxs, adolescentes y jóvenes sin la compañía de un adulto. Para ellas y ellos, la caravana fue una estrategia de seguridad, protección y autonomía. Un espacio para la toma de sus propias decisiones y el descubrimiento de su identidad.
“La tierra se queda huérfana”, dicen las abuelas y tías cuidadoras. Hablan de los efectos que la migración ha tenido en Ecuador. “También se quedan huérfanas las abuelas”, dicen para referirse a que sus nietos que se marcharon para reencontrarse con sus padres en Estados Unidos.
En Ecuador la migración es un punto de partida y un destino. La vida sigue para niñas y niños que han crecido en un contexto en donde sus seres queridos han decidido tomar camino hacia el norte. El día a día transcurre jugando con la ausencia de los que se fueron.
El multimedia que estás a punto de explorar fue imaginado como un mosaico compuesto a partir de muchas y muy distintas “piezas” que representan las vidas, experiencias y saberes de las niñas, niños y adolescentes (in)migrantes en las Américas. Esta forma visual que presentamos es también un caleidoscopio, pues las historias, los testimonios y las geografías por las que ellas y ellos transitan están vivas y en constante movimiento. El mundo que construyen y habitan se transforma permanentemente, en buena medida debido a sus propios desplazamientos, físicos e imaginados, a través de diversos territorios y fronteras.
Este mosaico-caleidoscopio es un planteamiento ético y político para constatar y afirmar que sin las niñas, niños y adolescentes no es posible entender el fenómeno global de la migración ni el mundo contemporáneo. También es una reacción y una toma de postura frente a la desigualdad histórica que los expulsa de sus comunidades. Es un grito de empatía cuando ellas y ellos salen en busca de sus padres o de otros familiares, y un gesto de solidaridad cuando huyen para construir nuevas alternativas de vida. Con su movilización, las niñas, niños y adolescentes migrantes desafían nuestras preconcepciones sobre la infancia, la inocencia, la inmadurez, la dependencia, las distancias geográficas y el tiempo. Por eso, este proyecto multimedia es también una propuesta para transformar los métodos de investigar, de acompañarlos y difundir sus saberes.
Consideramos la migración de niñas, niños y adolescentes como un acto de emancipación y rebeldía frente a los regímenes opresión y violencia que se extienden por todas las regiones del continente. Y, por lo tanto, creemos que su desplazamiento nos exige que seamos capaces de repensar el mundo presente para construir sociedades donde las fronteras no sean muros que nos separen, sino espacios para encontrarnos, reconocernos y aprender.